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El Árbol de la Vida

Las cábalas de una estudiante espiritual
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Si te alejas de Dios...


Están siendo días extraños (menudo descubrimiento), y entre otras situaciones, la sociedad en la que vivimos parece que se encuentra en una dicotomía: mantener la economía o evitar que siga muriendo gente por la pandemia. “Claro, si aumenta mucho el paro, también hay enfermedades asociadas a la pobreza que tampoco se podrán gestionar”, dicen… ¿Por qué debemos elegir? Me opongo a vivir en un mundo en el que la muerte sea un daño colateral para poder mantener nuestro modo de vida.

Aún sosteniendo que el sistema que tenemos sea “el menos malo”, no deberíamos aceptar que, cuando realmente se necesita, el Estado esté “apagado o fuera de cobertura”. La acumulación de años de corrupción, mala gestión e intereses ocultos ahora lleva a que a los que hemos dado parte de nuestra vida a modo de impuestos nos pidan que la volvamos a dar (esta vez quizá de forma literal) para seguir manteniendo el sistema, en un momento en que el sistema debería mantenernos a nosotros.

Desde un punto de vista más “outsider” me pregunto, ¿cómo nos han educado? Cómo es posible que ni siquiera nos planteemos que una vida humana vale menos que el dinero; o para aceptar de forma “natural” que el hecho de estar en el paro, es decir, fuera del sistema, nos suponga más enfermedades que estar dentro. Dicho de otro modo, los esquemas mentales que tenemos nos generan estrés y enfermedad si no estás dentro de lo estipulado.

Pero aún lo podemos observar desde otro ángulo. Los que creemos en una realidad más allá de este mundo material tangible, le pongas el nombre que le pongas, nos preguntamos qué ha hecho el ser humano para recibir esta represalia. Según enseñan religiones como la cristiana, si te acercas a Dios todo te irá bien, pero si le contradices, puedes tener problemas. Aunque las Sagradas Escrituras no se pueden tomar de forma literal, suele haber algo de cierto en sus enseñanzas. Yo no creo en el castigo divino, ni de forma individual ni colectiva, pero sí creo en que existen unas leyes universales que, si no las respetas, te puedes complicar la vida; es como intentar nadar a contracorriente. Algunos lo llamarían Karma, otros Maat; aunque estarían en lo cierto, la idea que tenemos al respecto es bastante sesgada. Hablamos de aspectos divinos de la Creación que están a cargo del Orden Divino; todo está ordenado, pero no es mecanicista ni fatalista. Estos conceptos son complejos, van más allá de un simple castigo por tus actos, y ahora no cabe aquí desarrollarlos, pero de forma general podemos hacernos una idea. Entonces, ¿qué hemos hecho para alterar este orden? Es una respuesta más difícil de lo que parece, cuesta localizar de forma explícita la relación causa-efecto, aunque sus efectos se nos muestren tan claramente.


En términos esotéricos, las pandemias como la que estamos viviendo se pueden analizar en las escrituras como “las plagas de Egipto”. Estas eran la respuesta a un alejamiento de Dios de sus actos, pero como digo, no lo podemos interpretar de forma literal. Hablamos de una situación de caos (representado por la clave 15 del tarot), ya no solo en lo que podemos ver, si no que va más allá, en planos más profundos. Es una “corrupción” que penetra en niveles internos del ser humano a nivel grupal. Según el Tibetano, las invasiones de tábanos y mosquitos (males que se transportan en el aire) son una causa del descontrol del pensamiento de los hombres. Por tanto, estaremos hablando del cuerpo mental y la creación de imágenes incorrectas que derivan en fuerzas angélicas involutivas; si no hay un correcto pensar no hay un correcto crear.


Los hombres deberían recordar que por medio del poder del pensamiento y la palabra hablada, producen efectos sobre otros seres humanos que actúan en los tres planos de la evolución humana, y también sobre el entero reino animal. Los pensamientos separatistas y maléficos del hombre son en gran parte responsables del salvajismo de los animales feroces y de la cualidad destructiva de algunos procesos en la naturaleza, incluso ciertos fenómenos tales como las plagas y el hambre. “Tratado sobre el fuego cósmico”.

Dicho de otro modo, estamos viviendo las consecuencias de unos actos que aún debemos identificar ya que pueden permanecer ocultos. Dentro de este caos lo que hacemos es tirarnos por una ventana, esperar que Dios nos recoja, pero como no lo hace, decimos que es un castigo divino. Deberías haber tenido en cuenta la gravedad, una evidente ley universal…

Sea como fuere, estamos en un momento que debemos elegir “cambiar el sistema” o “cambiar de sistema”, pero no creo que sea sano seguir por este camino. Quizá deberíamos empezar por la educación, cambiarla e introducir otras aptitudes y más valores. No se trata de si se debe enseñar más dibujo o más matemáticas; en estos días nos hemos dado cuenta del valor que tiene en nuestra vida diaria tanto un médico como un músico. Pero de nada sirve si no hay una base de sólida de solidaridad, empatía, resiliencia… Quiero un futuro en el que se mida el valor de las personas, no por lo que puedan aportar en su trabajo, sino por lo que pueden aportar a sus vecinos.

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