Hace unos días, en instrucción, analizamos el concepto “Realización”, tal como aparece en la octava afirmación del Arquetipo Maestro. Por algún motivo sentí la necesidad de profundizar más en el tema, así que lo estudié detenidamente.
Miro al porvenir con confianza en la perfecta realización del eterno esplendor de la Luz Ilimitada.
Aunque le he dedicado bastante tiempo, lo importante ahora es explicaros qué, mientras estaba envuelta en su estudio, escuché varias veces y en contextos totalmente diferentes la palabra “Entropía”. Esta es una magnitud física que recordaba vagamente de mis clases en la universidad y, obviamente, no es un tema de conversación habitual en las comidas familiares… Llevo lo suficiente en este “negocio” para saber que debía intentar atrapar esa liebre y, la verdad, aunque se ha escapado (como siempre), no ha estado mal el resultado. Empecé en un momento en el que estaba examinando la posible relación entre “Realización” y la clave 16 del Tarot, La Torre, la cual estaba en esta fiesta por un tema que ahora no viene al caso. Pero lo curioso es que todo estaba sutil y estrechamente relacionado…
De forma sencilla, podemos definir la entropía como la tendencia natural de cualquier sistema para pasar de un estado ordenado (baja entropía) a un estado desorganizado (más entropía) para llegar finalmente al caos (entropía máxima). Si lo miramos desde la perspectiva de la termodinámica, diríamos que la energía tiene tendencia a disiparse (el calor fluye de los cuerpos calientes a los fríos, pero no al revés). Dicho de otro modo, pasamos irremediablemente del orden estructural a la homogeneidad, y si queremos hacer el camino inverso deberemos invertir energía (si existe la posibilidad de volver atrás). Por ejemplo; para ordenar una habitación, si le dedico tiempo y esfuerzo (energía) quedará como estaba, pero un vaso roto nunca quedará como estaba…
Los seres vivos (estructurados), mueren, pasan por la putrefacción (homogeneización) hasta que se descomponen en sus sustancias iniciales, sin estructura aparente (caos); y aunque es un ciclo que se reinicia, estamos en un planeta que también gira de forma ordenada, pero en conjunto avanza por el espacio hacia su propia destrucción. La cuestión es que, hagamos lo que hagamos, tarde o temprano llega el caos, o desorden total, si se mira con la perspectiva suficiente.
Otra manera de ver esta teoría, y que respaldan cada vez más científicos, es que la entropía contiene en sí misma 2 elementos, uno creador de desorden y otro creador de orden. Veamos un ejemplo; tenemos dos botes de pintura, una roja y la otra amarilla. Con una cuchara echo un poco de pintura amarilla en el bote de la roja y viceversa. Ahí empieza el desorden, porque tendré un bote de pintura roja con alguna partículas de pintura amarilla, y al revés. Pero si sigo con ese proceso durante el tiempo suficiente, al final no habrá distinción y tendré dos botes de pintura naranja. En este caso el naranja, más que caos, es un nuevo orden que viene precedido de un periodo de desorden para poder gestarse. Además, todo es cuestión de perspectiva; si se cae un espejo al suelo, ¿se rompe o se crean espejos nuevos?
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Por otro lado, la etimología de la palabra entropía procede de una palabra griega que significa “evolución”, “transformación” o “giro”. Va como anillo al dedo…
Llámame osada, pero percibo claramente la relación con la clave 16. Veo esa energía que fluye en forma de rayo desde el caliente Sol para destruir las frías estructuras de error; las figuras caen por la ventana boca abajo (giradas) y llega el caos. Pero es apariencia; es lo que percibe la falta de perspectiva. En realidad es energía de Vida, divina, que nos empuja y nos lleva a un nuevo orden, en un sentido evolutivo.
En resumen, el caos es aparente y el desorden temporal y nos falta perspectiva para apreciarlo. En realidad es la Energía divina trabajando, atravesando su creación, y que nos empuja en una única dirección. Y así, a través de las miles de diferentes personalidades humanas (y no humanas) es como Dios se conoce a sí mismo.
Esta reflexión me lleva a otro ámbito. Si pensamos en el libre albedrío (podríamos llamarlo el caos de la personalidad), según esta idea, no existiría. Pensemos; ante las diferentes situaciones que nos encontramos en la vida, tomamos ciertas decisiones, acertadas o no, pero son nuestras decisiones. ¿Qué pasaría si nos pusieran ante la misma situación más veces? Probablemente tomaríamos la misma decisión una y otra vez. Si la coyuntura es la misma, y nuestra personalidad también, la cual actua en base a su experiencia y conocimiento previos, elegirá siempre la misma opción. Si no “experimentamos” y “aprendemos”, no cambiamos; así que eso de la voluntad individual queda un poco… descolorido.
Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. Juan 6:38
Por eso, la energía de Vida nos empuja a nuevas situaciones en continuo, y lo más importante no es lo que hagas, ni lo que ocurra después, sino como eso impacta en tí, como te influye y lo que extraes de la experiencia. Cuanto antes modifiques tu personalidad en la dirección adecuada, antes dejarás de cometer errores, los mismos errores de siempre, y antes concluirás con tu evolución.
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