Supongo que muchos os habéis dado cuenta que en mis estudios actuales aparece la “Santa Qabalah y el Sagrado Tarot”, y que a menudo pongo imágenes de cartas para ilustrar las entradas. Sospecho que ese ha sido el motivo por el que un par de personas, por mensaje privado, me ha pedido que les tire las cartas... Siento decepcionaros (si es que lo estoy haciendo) pero no es ese el uso que hago del Tarot…
De formas de “adivinación” ha habido innumerables a lo largo de la historia de la humanidad, aunque, sin duda, el Tarot ha sido la más utilizada y conocida por todos; pero reducirlo a esa supuesta adivinación es un error tan común como grave. Lo correcto sería decir que es una herramienta muy poderosa para el desarrollo de la espiritualidad que, además, en ciertas circunstancias, se puede usar como oráculo. Muy importante es dejar claro que esta última parte es totalmente prescindible y que suele estar muy mal enfocada, ya que evoca a aspectos emocionales y psíquicos, tanto de la pitonisa como del consultante. En definitiva, nos conduce a condiciones engañosas. Creo que no desvelo ningún secreto cuando digo que la cuestión de la “adivinación” está más relacionada con la persona que con el método que pueda utilizar; cualquier cosa puede servir de oráculo si se trabaja convenientemente. Una buena amiga utilizaba unas figuras de cabras y ovejas del tipo de las que se ponen en el belén; las tiraba, y según la posición que caían hacia sus predicciones. ¿Y Sabes qué? Funcionaba…
Bajo mi punto de vista, el “tirar” las cartas puede llevarnos a direcciones no deseables, como, por ejemplo, situaciones de dependencia (no hago nada sin consultar el tarot), a querer entrar de forma ilícita en la vida de los demás o, como está más que demostrado, a menospreciar su potencial. ¿Lo peor? Queremos oír que todo nos va a ir de perlas; incluso somos capaces de encontrar relaciones imposibles entre lo que nos han dicho y lo que nos ha pasado en realidad. Pero cuando las cosas no son como queremos cambiamos de tercio; “esto no sirve para nada”, “es un timo”, etc. pero nadie se para a pensar en la profundidad del asunto. Al trivializar un objeto sagrado de esa magnitud, quizá no es que no funcione, es que no lo usamos correctamente o, simplemente, no quiere funcionar…
Hoy en día existen muchísimos Tarots; la mayoría son expresiones artísticas (algunos de gran belleza), luego están los Tarots casi esotéricos dirigidos al público en general, y por ultimo, los dirigidos al estudiante espiritual, con gran poder meditativo y transformador de la consciencia. En la escuela utilizamos el Tarot de “Builders of the Adytum” (BOTA) con alguna modificación. Este fue creado específicamente para instruir y es muy parecido, tanto en simbolismo como en la forma, al conocido tarot de Rider-Waite.
Desde la perspectiva de un estudiante espiritual, el Tarot son imágenes arquetípicas, perfeccionadas, con las que podemos avanzar espiritualmente si trabajamos correctamente con ellas. Para empezar, tienen un orden concreto, ya que son la forma de expresar el viaje de la consciencia humana. Pondré como ejemplo el Loco. El número asignado es el 0, que lo mantiene al margen del resto; simboliza el buscador espiritual en su aspecto más elevado. Es la conciencia primigenia, antes de llegar a la vida material. En ese momento debe ponerse las vestiduras de “piel”, dejar atrás su pureza y embarcarse en el camino para seguir aprendiendo, pasando por todo el resto de claves y finalizar con la vuelta a casa. Igual que esta, cada imagen tiene una energía muy concreta, alimentada constantemente por maestros, y que tiene atribuida toda una serie de correspondencias, siendo la más importante, una letra hebrea.
Bueno, en realidad es al revés; la imagen es una representación más detallada de esa letra hebrea, todo ello pensado especialmente para mentes occidentales. De hecho, nuestro trabajo abarca dos disciplinas, “Santa Qabalah y Sagrado Tarot”, unidos e inseparables. Evidentemente, no estamos hablando de cábala tradicional… Se podría decir que la cábala es como leer un libro y el Tarot es pasarlo al cine. Generalmente la novela es mejor que la película; en cambio el Tarot mejora la cábala expresando visualmente la teoría; te permite llevar a la práctica los principios espirituales de una manera directa y real. También fusionamos las claves con el árbol de la vida de los cabalistas, colocándolas de una forma concreta. Es un diseño, experimentado y puesto a prueba, conformando una máquina casi perfecta. El simbolismo de la clave está diseñado de acuerdo a las características del lugar que ocupa dentro del árbol de la vida, distribuyendo sus energías como un gran engranaje.
¿Cómo trabajamos con el Tarot? Pues empezamos a observar las imágenes en blanco y negro, luego lo pintamos con unos colores concretos, lo meditamos, lo erigimos en nuestra imaginación como una imagen tridimensional con vida y movimiento… Pero para que el poder transformador funcione, debes ser instruido en ello, y esto sólo es posible por medio de la transmisión oral, igual que la antigua cábala. Los libros sobre el tema nos pueden orientar, se pueden consultar, incluso nos pueden entretener, pero el poder lo tiene la recepción a través de la transmisión oral, dentro del grupo o Darshan.
Bueno amigos… creo que la cosa está clara; si alguien me pregunta, ya sabéis cual será mi respuesta. Pero como no se puede decir nunca “de esta agua no beberé” (o “este cura no es mi padre”), si algún día me decido a ver el futuro de los demás en las cartas, seréis de los primeros en saberlo…
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