Una de las capacidades más importantes que debe desarrollar un estudiante espiritual es la intuición en sus diferentes facetas. Aquí se entiende intuición como una capacidad superior, resultante del desarrollo de la atenta observación a la enésima potencia y con el propósito de comunicarnos con nuestro maestro interno.
Las manifestaciones de esta comunicación pueden ser diversas; sueños, impulsos, voces… y también existen herramientas como el Tarot que nos sirve, si se trabaja de forma correcta, para desarrollar esa guía interna. (Aquí no hablo de tarot “adivinatorio”; para más info leer el post “Sagrado Tarot”).
Se trata, por tanto, de establecer un profundo y duradero nexo de unión; saber escuchar atentamente lo que los maestros nos dicen para poder avanzar en nuestro sendero espiritual.
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Una forma de percepción es a través de la “audición interior”, el cual es un concepto muy exacto, pero que ha sido muy mal interpretado en los últimos años. Algunos lo han llamado clariaudiencia, que se define como la capacidad de escuchar lo que los demás no pueden, sin utilizar el sentido del oído físico. Se puede manifestar como frases, sonidos, incluso sueños. Pero tener esa capacidad desarrollada no es suficiente, sino que es muy importante cómo la aplicamos.
Vamos a dar un ejemplo. Hay muchas personas que tienen la capacidad de oír, incluso ver, a personas que han fallecido (mención a parte requieren todos los farsantes que existen, y que tanto daño han hecho a la Ciencia Sagrada); algunas de estas personas que han desencarnado quieren comunicarse con los que estamos al otro lado, y transmitirnos un mensaje. ¿Es útil ese mensaje para nuestro avance espiritual? Pues no necesariamente… El problema es que nos han hecho creer que una persona, al morir, obtiene la iluminación “ipso facto” y de repente se convierte en un sabio.
Señores… ver una luz al final de un túnel no es la iluminación…
Las personas que mueren siguen siendo igual que cuando estaban encarnadas, con todas sus virtudes y defectos. Lo único que nos podrían aportar es una visión diferente de la situación; al estar al otro lado del velo pueden ver cosas que para la mayoría de nosotros es imposible ver, pero interpretadas a su manera, claro…
En resumen, de poco nos puede servir. Por otro lado, esto solo es útil para personas que hace poco que han fallecido, ya que el proceso natural de la evolución después de la muerte las lleva a alejarse del mundo material para ir avanzando en otros planos (que ahí sí que pueden llegar a la iluminación, pero entonces no se pueden comunicar con nosotros. Paradojas de la existencia…). En cambio, si conseguimos contactar con alguien que falleció hace tiempo, y todavía sigue por estos lares… malo, malo… Los humanos que se niegan a avanzar en su evolución y se quedan arraigados a la tierra son menos de fiar aún que los anteriores. Suelen ser personalidades poco avanzadas, con muchos errores a sus espaldas, y que lo único que buscan en hacerse con nuestra energía. Pero no acaba aquí la cosa; el bajo astral está lleno de otros seres y entidades, algunos muy inteligentes, y no necesariamente de origen humano, que pueden llevarnos por el camino de la amargura. Es un error muy extendido entre los círculos esotéricos aceptar como buenos todos los consejos que vienen de los niveles astrales inferiores, pero ahí hay de todo… dioses, egrégoras, cascarones… nos dirán lo que queremos oír con tal de jugar y divertirse con nosotros, en el mejor de los casos… Todos estos se aprovechan de nuestras debilidades como humanos para hacer sus trastadas; nos adulan, nos dicen lo que queremos oír, nos prometen… Y cuidado, por que si consideran que te han dado algo, también te pedirán algo a cambio.
Tampoco debemos dejarnos engañar porque nos digan cosas que nosotros no sabemos (datos, fechas, acontecimientos) o incluso cosas muy intimas nuestras que nunca le hemos dicho a nadie. Todo esto son impresiones que quedan grabadas en la substancia astral, y ellos tienen la ventaja que pueden ver. No te dejes impresionar.
Solo los seres más avanzados serán los que se pueden poner en contacto con nosotros, a pesar de estar lejos; y aún así, eso no exime al mensaje de estar lleno de interferencias e interpretaciones.
Dicho de otro modo, tener clariaudiencia es como abrir la puerta del coche en medio de una fiesta multitudinaria y gritar “¿te llevo?”; ahí se puede subir cualquiera…
Seremos nosotros, con nuestra inteligencia, los que debemos aprender a discriminar y decidir si le dejamos subir o no.
Por tanto, la conclusión básica que debemos extraer, por un lado, es que el hecho de tener según qué capacidades psíquicas no nos capacita para ser consejeros, gurús o guías espirituales de nadie. Como mucho, telefonistas entre dos mundos. Si eso no va correctamente acompañado de una razón exquisita y una discriminación bien trabajada (que estas dos sí que son difíciles de conseguir), podemos ir por mal camino.
¡Ojo! Que no quiero decir que esas personas no tengan de verdad capacidades psíquicas, pero psiquismo no es espiritualidad.
El deseo de avanzar espiritualmente será el motor que haga que esto sea una realidad. Tener una intuición verdadera, afinada, es un trabajo arduo, porque se trata de desarrollar una capacidad poco común y, luego, saber utilizar lo que esa capacidad nos da para que nos permita seguir en nuestro sendero espiritual.
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