Esta versión libre y renovada de la Epifanía de los Reyes Magos puedes leerla o puedes escucharla aquí, lo que prefieras...
Los cuatro amigos iban en el coche camino al hospital y aunque se conocen de hace muchos años, la verdad es que se ven poco. Cada uno tiene su vida y solo se encuentran en ocasiones especiales.
“H” y “N” van sentados delante; son los gemelos. Pero a parte del físico poco se parecen… “H” es el que conduce; es ingeniero informático y va impecable, como diría mi madre, como un pincel. En cambio, su hermano “N” es desaliñado, pelo largo y 3 días de barba sin afeitar. Además, es extremadamente delgado; parece ser que últimamente bebe más que come.
Detrás de “H” va sentado “M”. Señor cejudo y serio, que se cree el responsable de la comitiva, y, por último, “Y”. Apocado y asustadizo, siempre parece a punto de llorar.
En un momento del trayecto “M” dice:
- ¿Vamos bien? Parece que te has perdido…
A lo que “H” responde:
- No me he perdido. Llegaremos puntuales.
Entonces “N” aseguró:
- Si él dice que no se ha perdido, no se ha perdido. Su cerebro parece hecho de circuitos impresos.
“Y” entra en la conversación:
- Eso espero porque ahora oscurece pronto, y no me gusta andar por la calle a esas horas.
A esa afirmación, “N” objetó:
- Te da miedo porque no te has parado a ver la belleza de la noche y sus estrellas.
La conversación avanza, y se desvía por otros caminos; hablan del tiempo, de sus trabajos y de los regalos que lleva cada uno de ellos. Por supuesto, “M” les hace saber que el suyo es el mejor, el más útil y valioso. Dice, textualmente:
- ¿Los vuestros qué? ¿hacen buen olor?
Cada año, cuando van a ver al nuevo hijo de su amiga pasa lo mismo, acaban medio discutiendo y casi sin hablar gran parte del trayecto. Pero esta vez hay algo diferente. Sus corazones les dicen que va a haber cambios.
Finalmente llegan al hospital. “Y” comenta:
- No entiendo como no tienen una mutua. Este hospital es vulgar y lúgubre. A mi no me gustaría que mi hijo naciera aquí.
“M” indica:
- Supongo que es el único que se han podido costear.
“H” responde:
- Os dejáis llevar por las apariencias, pero en realidad es uno de los mejores del país.
La imagen, al entrar en la habitación, es un poco extraña. Su amiga Mari está en la cama con su recién nacido en brazos. Es de piel clarita y sonrosadita, y sus carnes son prietas y regordetas. La verdad es que no parece que haya nacido hace apenas unas horas…
A los dos lados de la Mari están sus primos, los de su pueblo de toda la vida. Su semblante es serio y rústico, muy rústico. Ella, una señora que debe pesar unos 150 kilos, y él, un señor que no fue al colegio y apenas se le entiende al hablar. Cuando eran pequeños los otros niños del pueblo les llamaban la vaca y el burro. Eso hoy en día se llama bullying, pero antes solo eran cosas de niños…
Después de los saludos de rigor, los cuatro hombres dejan sus regalos encima de la mesa. Justo en ese momento la piel del niño parece que empieza a palidecer, aunque en realidad empieza a emanar luz desde su interior. Parecía una bombilla… La mari y sus niños siempre han sido un poco raritos…
Ante esa visión, los cuatro sienten la necesidad de arrodillarse ante tal prodigio. Entonces les aparece una presión en el corazón que luego se convierte en una sensación de Amor indescriptible. Se sienten en unión con todo lo que les rodea y su consciencia se expande más y más. Después de eso todo había cambiado para ellos.
Quedan en esa postura unos minutos hasta que finalmente, se ponen de nuevo en pie. Las cuatro mujeres saludan amablemente y se van sonrientes y hablando animadamente entre ellas. Las discusiones se han convertido en alegre charla, y van rápido hacia el coche. En casa les espera su amado.
Música:
Obra: El Secreto Más Divertido Música de https://www.fiftysounds.com/es/
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