Si hay un tema tabú en nuestra sociedad ese es, por encima de todos, la muerte. Cuando sale el tema nos estremecemos, ponemos cara de circunstancias y no sabemos dónde mirar. Tenemos tendencia a cambiar de tema e incluso, los más aprensivos, son capaces de abandonar la sala. ¿Por qué nos sucede esto? Pues cómo todo, imagino que hay varios motivos. Ante lo natural de la situación nuestra mentalidad, occidental y científica, nos dice que no hay nada más, que es el fin, porque si hubiera algo sería medible; eso nos angustia. Por otro lado, tenemos las religiones, que poco consuelo dan al respecto. Algunas nos amenazan con terribles castigos tras esta vida terrenal si no hemos cumplido con todos y cada uno de sus preceptos. Eso angustia aún más.
La ciencia la niega, la reduce a una putrefacción de la materia, es el fin. La religión la usa como moneda de cambio para castigar y/o recompensar a quienes se acercan a sus aledaños. Como sociedad, concretamente la nuestra porque en otras es muy diferente, en medio de unos y otros, solo tenemos claro el dolor de la pérdida y, simplemente, vivimos sin pensar en ello; es un trance que hay que pasar y cuando llegue, ya veremos. Negamos, tememos, nos apegamos… en lugar de aceptar, comprender, aprender. Dicho de otro modo, no estamos preparados. Y seguimos con la angustia…
Esa relación tóxica que establecemos con ese tránsito puede provocar que el paso sea más traumático de lo que debiera. Llegado el momento no lo afrontamos correctamente y, en lugar de un paso natural de la existencia, se puede convertir en un profundo trauma. Y no debemos olvidar una cosa; ese paso se puede dar en cualquier momento… Partiendo de esa base, y obviamente con otros muchos condicionantes, cuando nuestra esencia (con ello me refiero a la parte casi inmaterial, más sutil de nuestra naturaleza) se encuentra con el cambio, durante el tránsito puede despistarse. Dudas, apegos, desconocimiento…
![](https://static.wixstatic.com/media/47ecdd_da418489d5c0410e8db39324f773e827~mv2.jpg/v1/fill/w_934,h_317,al_c,q_80,enc_avif,quality_auto/47ecdd_da418489d5c0410e8db39324f773e827~mv2.jpg)
Para ayudar a estas energías atascadas a mitad de camino existía, hasta la semana pasada, un grupo en Escuelas de Misterios, llamado “Linaje de Eternidad”. De forma rápida y sencilla, este grupo se dedicaba a ayudar a otras personas durante el tránsito de la muerte. ¿Y cómo se ayuda en algo así? Pues con algo tan sencillo como una meditación específica en este sentido; se trata de una proyección de energías concretas puestas en acción para orientar a esas almas atrapadas. Tan sencillo y a la vez tan espectacular.
He tenido la suerte de poder trabajar con ellos un par de veces antes de decir “hasta luego” a este maravilloso trabajo de ayuda. Me queda sabor agridulce ya que, como he dicho, el grupo desaparece, pero he llegado a tiempo para poder participar un par de veces. Es una labor bella, con una técnica depurada, que me ha aportado mucho a pesar de la brevedad de la experiencia. Las meditaciones grupales son de gran intensidad; sientes claramente los torrentes de energía en movimiento y, al acabar, sientes una paz profunda, con lo que además de ayudar a los demás te ayudas a ti mismo. De gran importancia eran las conversaciones que se llevaban a cabo entre los miembros del grupo alrededor de las experiencias que cada uno había tenido, así como ideas sobre la muerte. Estas profundas conversaciones llevaban a reflexiones muy interesantes que, de forma indirecta, te encaran a tu destino: tu propia muerte y la de los seres queridos que te rodean.
El hecho de tener la seguridad interna de que estamos en esta vida de paso me otorga cierta paz mental y cierta perspectiva al hablar de la muerte. Pero piensa por un momento: ¿eres la misma persona que hace 10 años? Pues no eres la misma persona a nivel físico, evidentemente, pero tampoco mental, intelectual, afectivo…Has estudiado, con lo que has adquirido nuevos conocimientos; has vivido experiencias de las que has aprendido… Y la reencarnación existe, obviamente. Solo tienes que mirar tus fotos de cuando eras pequeño ¿Acaso es el mismo cuerpo? Hay estudios científicos que calculan que renovamos completamente las células de nuestro cuerpo cada 7 años… Si analizas tu existencia seguro que más de una vez has tenido la sensación de haber vivido más de una vida en esta misma. ¿Y cuándo dormimos? Pues es una pequeña muerte. De hecho, nuestro cuerpo descansa y se regenera, metaboliza… para un nuevo día, una nueva vida. Estamos rodeados total y constantemente de ciclos de vida y muerte más o menos sutiles, y siempre renacemos de una u otra forma. ¿Por qué esa muerte debiera de ser la definitiva? Si para morir hay que nacer, quizá debas estar muerto para poder nacer…
A pesar de que mi relación con el grupo ha sido corta, me ha servido para reflexionar en un tema que, como la mayoría de la gente, tienes apartado en un rincón de tu alma. Pero también he tenido sensaciones físicas relacionadas con la meditación que te reafirman en tus pensamientos: ya no crees, sabes que algo hay más allá. Y, pese que te has enfrentado al mayor de tus miedos, paradójicamente, te sientes agradecido de haber podido ayudar y de haber tenido esa magnífica experiencia.
Poco importan las razones por las que se ha llegado a la decisión de rescindir el grupo, es lo natural. Debía morir y, seguramente, renacerá fuerte y renovado, y probablemente, volveré a trabajar en ello, aunque tal vez no sea este mismo cuerpo el que lo viva.
https://es-es.facebook.com/linajedeeternidad/
https://twitter.com/linajeeternidad
コメント