top of page

El Árbol de la Vida

Las cábalas de una estudiante espiritual
Buscar

La alegría en el camino.



Torre invertida. Sintra (Portugal)

Desde hace un tiempo a esta parte que descubro textos o vídeos por internet sobre un tema que, en mi opinión, tiene una gran trascendencia. El último que recuerdo se titulaba “La felicidad, la falacia de la espiritualidad”, o algo parecido. Estos escritos y conferencias comparten ciertas ideas que, a grandes rasgos, se pueden resumir en lo siguiente: aunque seas un ser humano espiritual, no puedes estar siempre feliz y que puedes (incluso debes) trabajar con tus demonios, tu parte oscura, para seguir siendo un ser humano espiritual. Así pues, hoy toca discrepar sobre este tema. Es evidente que los humanos tenemos claroscuros, todos, espirituales o no tanto; pero esa condición no debe llevar necesariamente a ese tipo de trabajos.


Quizá, un tema controvertido sería el propio término “felicidad”. Si buscas la definición en el diccionario (he hecho el ejercicio), y aunque en estos casos las palabras no suelen hacer justicia cuando se trata de temas emocionales, la definición nos dará una pista de lo que quiero expresar. Tenemos la idea de que ser espiritual es ir por la vida siempre feliz y llevar la cara con las pupilas dilatadas, como si hubieras tragado un enteógeno. Pero, en realidad, la felicidad es un estado de ánimo pasajero, resultado de la consecución de un objetivo, de la satisfacción de un deseo. Es evidente, por tanto, que es prácticamente imposible estar siempre feliz; porque no es posible estar cumpliendo objetivos de forma constante (a no ser que tu único objetivo sea respirar…). Por tanto, la primera idea es que no es bueno identificarse con un sentimiento efímero, aunque sea positivo. Con esta puntualización, incluso podría estar de acuerdo con alguno de los que comentaba al principio.


Lo que sí implica, bajo mi punto de vista, ser espiritual es, entre otras cosas, desarrollar la capacidad de amar al prójimo como a uno mismo; a cualquiera y en cualquier circunstancia. Para ser eficiente en este menester es necesario poner bajo control nuestra personalidad, y no dejarse llevar por las bajas emociones, sean buenas o malas. No se trata de actitud pasiva o despreocupada, sin tomar parte, más bien al contrario. Se trata de aprender a dominar las bajas pasiones y actuar en base a la razón y al Amor superior, e intentar aplicar eso a todos los ámbitos de la vida. Ver con perspectiva las circunstancias de la vida porque asumes que, al fin y al cabo, todo es aprendizaje. Sino tomamos distancia y nos dejamos arrastrar por las circunstancias, por los sentimientos de los demás, o los nuestros propios, no vamos a poder ayudar ni a los demás ni a nosotros mismos.


Hemos de entender que el ser espiritual consciente, en cualquier senda que se elija, no se trata de un trabajo a tiempo parcial al que le dedicamos unas horas al día y el resto del tiempo seguimos siendo los mismos de siempre. Es un modo de vida. Implica la responsabilidad de nuestras acciones, y si nos dejamos llevar por malas vibraciones arrastraremos con ellas a los que tenemos alrededor.


“Quién con monstruos lucha cuide de no convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo, también éste mira dentro de ti”. Nietzsche.

Si en algún momento sobrevienen sentimientos negativos, debemos analizar la situación de la forma más objetiva posible, dedicando mínimo tiempo y emoción. No es miedo o pereza. Tampoco se trata de ser perfectos, sino conscientes. Todo lo que pase de “trabajar” más allá de lo estrictamente necesario con tus sombras te puede hacer entrar en un círculo vicioso y que acabes malgastando tu tiempo consolidando lastre. El subconsciente asimila lo que se centra nuestra atención así que estarás construyendo cosas que luego deberás destruir si quieres seguir avanzando. Con todo ello lo único que se consigue es encadenarse a la tierra y, aunque sea reconfortante porque es lo conocido, incluso sanador, debemos desapegarnos cuanto antes y aceptar que todo lo que nos rodea es pasajero. La verdad es que no es fácil, porque el ser humano tiene tendencia a la caída, a dejarse arrastrar, entre otras cosas, porque es más fácil, pero el fracaso es una opción, rendirse, no.


Llegados a este punto, ¿qué debe hacer un ser humano espiritual? A mi entender, se debe ir en pos de la “alegría”. ¿Y qué entiendo por “alegría”? Es una sensación viva y constante, como un pequeño fuego en el pecho. Forma parte de la condición de la persona y no tanto de su estado de ánimo accidental. No se trata de negar la realidad y abrazar una falsa felicidad, tampoco es una simple corrección moral. Es seguridad; saber que todo está bien, a pesar de las cosas negativas de la vida. Es la sensación del abrazo de una madre cuando eras pequeño y tenias miedo; es sonreír en un entierro, cuando recuerdas lo vivido con tu ser querido del que te despides, mientras te caen lágrimas en las mejillas; es paz de espíritu. Es tener siempre tus pies descalzos sobre tierra sagrada.


Y alguno se puede preguntar ¿para qué tanto trabajo? Todos estamos en el sendero de la evolución, porque el propósito de todo lo que contiene vida es evolucionar. Es la dirección, queramos o no. Así que mejor estar de cara y conseguir vida de total plenitud, proyectando luz y amor en todas las actividades de la vida.

No lo olvides; no es cambiar, es ser el cambio. No se trata de ser una polilla, que, buscando luz, acaba achicharrada por la bombilla; se trata de ser la Luz.

117 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo
El Arte de Amar

El Arte de Amar

Comments


Sobre este Blog

Este blog está aún está en construcción.

Disculpa si va cambiando o faltan cosas.

Paciencia...  :)

Y si quieres hacer alguna aportación... ¡no lo dudes!


Social

¡Ya estoy en las redes sociales!

¿Me sigues? ;)

  • Facebook Social Icon
  • Twitter Social Icon

Subscripción

Si quieres recibir los cambios y novedades de este blog... Apúntate!!

Únete a la lista de correo

Nombre

Correo

bottom of page