Seguro que alguna vez has oído hablar sobre antiguas Escuelas de Misterios: la de Isis y Osiris en Egipto, los misterios de Mitra en Persia, Eleusis en Grecia… o de algunas órdenes secretas, como los Rosacruces. Todas estas fraternidades esotéricas, las verdaderas (porque de todo hay en la viña del Señor), eran en realidad lugares donde se guardaba celosamente conocimiento, sabiduría desconocida por la mayoría, y cuya admisión se obtenía por medio de una iniciación.
¿Queda algo de ellas? Pues algo sí…
En la antigüedad estas escuelas eran secretas, pero probablemente no más que ahora (algunas se anuncian por internet). A pesar del secretismo, ahora al igual que hace 2000 años, el que inicia una noble búsqueda para el alma y quiere aprender de corazón, las encuentra. La realidad es que sus puertas serán invisibles a nuestros ojos, por muchas veces que pasemos por delante, si no es nuestro momento. Alguien dijo que el “maestro aparece cuando el discípulo está preparado”, pero… ¿preparado para qué?
En las Escuelas de Misterios, el alumno se entrena de forma intensiva para convertirse en un ser humano que se eleva a sí mismo más allá del desarrollo normal. Se dedica al servicio a Dios, siendo esta dedicación espiritual, no religiosa. Se trabaja, especialmente, sobre las experiencias que la propia Vida nos provee, educándonos para ver en cada una de ellas un pequeño despertar; un despertar a lo real, a la Verdad, intentando aprender algo nuevo a cada momento.
En su forma visible, exotérica, nos encontraremos con una escuela “normal”, que imparte enseñanzas presenciales o incluso a distancia, generalmente con la forma legal de una asociación. Pero de esto hay mucho, ¿no? Si no queremos perder el tiempo, o lo que es peor, que nos engañen, debemos tener en cuenta algunos conceptos.
En primer lugar, en una verdadera Escuela de Misterios, no es difícil entrar (por extraño que parezca); no existen requisitos imposibles de cumplir para ser admitido. Así mismo, en el momento que queramos salir, lo haremos sin problemas. Son entidades sin ánimo de lucro, lo cual no quiere decir que la enseñanza deba ser gratuita. Este es un punto que suele generar controversia. Desconozco el motivo, pero parece que la enseñanza se deba impartir a cualquiera que pase por delante, sin este contribuir en nada. Cualquier grupo organizado (sea un equipo de futbol o unos jubilados que hacen macramé) necesitan un local, material, personal… Más gastos cuanto más complejo sea el grupo, y en el mundo que vivimos, esas cosas se pagan con dinero.
Estas escuelas cuentan con una ontología y cosmología propias, es decir, tienen su propia forma de entender al ser humano y el universo que le rodea; cuentan con un vasto conocimiento que se presenta al aspirante de forma lógica y gradual. Se avanza poco a poco, pero no es comparable a unos estudios al uso; no “se suben peldaños” sino que uno se introduce cada vez más en los círculos internos de la Escuela, conforme es merecedor de ello por sus propios méritos.
La organización es jerarquizada, por un tema de funcionamiento orgánico y por el tiempo y experiencia de los estudiantes que en ella trabajan. Hablamos de personas con una devota intención espiritual, animadas por grandes aspiraciones, y que se reúnen alrededor de un instructor y de sus enseñanzas. Este instructor imparte, bajo su entera responsabilidad, su interpretación de la enseñanza ocultista, siendo por lo general la posición de máxima autoridad en dicha jerarquía. Pongamos especial cuidado cuando el líder se deje venerar y adorar, o nos hagan muchas promesas respecto a lo que podemos conseguir. Este tipo de trabajo no implica veneración ciega, sino más bien lo contrario; la instrucción se debe comprobar y reconocer en uno mismo. Si bien es cierto que la Enseñanza es infalible, las personas que la imparten, no, y las que la reciben, menos. Y los resultados conseguidos serán en relación a nuestra dedicación.
El Señor Buda ha expresado que:
No hemos de creer en lo dicho, simplemente porque fue dicho; ni en las tradiciones, porque han sido trasmitidas desde la antigüedad; ni en los rumores; ni en los escritos de los sabios, porque han venido de ellos; ni en las fantasías, que se suponen haber sido inspiradas por un deva (es decir, una supuesta inspiración espiritual); ni en las deducciones basadas en alguna suposición casual; ni por lo que parece ser una necesidad analógica; ni por la mera autoridad de nuestros instructores o maestros, sino que hemos de creer cuando lo escrito, la doctrina o lo dicho, está corroborado por nuestra propia razón y conciencia. Por eso, enseñé a no creer lo que oyen decir, sino que, cuando lo crean conscientemente, actúen de acuerdo y plenamente.
(La Doctrina Secreta, T.VI p 49).
Estas escuelas siguen un sistema iniciático y ritualístico. Esto indica, en primer lugar, que debemos ser iniciados en sus conocimientos y simbología básicos, para poder asimilar sus enseñanzas. Ese es el punto de partida para seguir avanzando, hasta el siguiente hito, que se puede escenificar con un rito de paso. Este es un tema demasiado extenso para incluirlo aquí, pero se puede definir un ritual como la representación externa de los avances que se realizan en los planos internos. Esto nos abrirá otra puerta, nos quitará otro velo, para poder seguir profundizando en las enseñanzas y entendiendo sus misterios.
En este momento nos podemos preguntar… si estas sociedades se forman para el servicio a la humanidad y tienen una enseñanza tan valiosa ¿por qué no la comunican a todo el mundo? Es difícil responder a esta cuestión si no se entiende la naturaleza de las Ciencias Ocultas; hablamos de aspectos poco conocidos de la mente humana, así como aspectos poco comprendidos de la naturaleza. Lo importante es que este conocimiento permite trascender el mundo de la apariencia, y al ser humano común poder comenzar a desarrollar el carácter y sentar las bases para obtener la debida preparación, antes de hollar el sendero del discipulado. También es importante tener en cuenta las diferentes persecuciones que han sufrido los diferentes estudiantes espirituales a lo largo de la Historia. En realidad, el tema de la ocultación es un sistema de protección en ambos sentidos; los de fuera, por desconocimiento se pueden dañar, y los de dentro no se deben distraer. Se deben evitar los que se embarcan a la ligera, así como las dificultades añadidas a los de dentro.
Lo que debes saber es que si cruzas el umbral a pesar de las dificultades que lleva hollar el sendero, los logros trascienden todo lo que puedes ver o imaginar; y no debes esperar hasta el final del recorrido para cosechar sus frutos.
Centenares de personas, en Oriente y Occidente, avanzan hacia esta meta y en la unidad del único ideal, en común esfuerzo y aspiración, se reunirán ante el único portal. Entonces se reconocerán como hermanos, separados sólo por el idioma y la aparente diversidad de creencias, pero teniendo fundamentalmente la misma y única verdad y sirviendo al mismo Dios.
Alice A. Bailey. 1922 New York.
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