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El Árbol de la Vida

Las cábalas de una estudiante espiritual
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El Principio de Género.

“El género está en todo, todo tiene su principio masculino y femenino; el género se manifiesta en todos los planos”. El Kybalion.


El Kybalion es un texto del siglo XIX que resume las enseñanzas del hermetismo a través de siete principios, la autoría del cual se atribuye a un misterioso grupo llamado “Los Tres Iniciados”. Algún día hablaremos de este libro y de sus enseñanzas con más detalle, pero hoy nos centraremos en uno de los principios que desarrolla, el principio de género.

Esta ley señala que el concepto de género se manifiesta en todo; que sus características esenciales están presentes en todos los fenómenos y planos de la vida, aclarando que no se debe confundir “género” con “sexo”. El sexo (macho/hembra) no es más que una simple manifestación de este principio en un ámbito concreto de la vida orgánica, enmarcado en el plano físico. Cuando hablamos de “principio masculino” (positivo, activo…) nos referimos a esa energía que va siempre hacia delante, a la capacidad dinámica, estimuladora, iniciadora. En contraposición está el “principio femenino” (negativo, pasivo…), una energía estabilizadora, capacidad organizadora, dadora de forma. Así estos dos principios son opuestos y a la vez complementarios y se necesitan mutuamente. El torrente de energía masculina necesita concreción, un seno donde expresarse, porque si no se pierde, se disipa irremediablemente. Por otro lado, la energía femenina, sin la iniciación aportada por su contraparte, quedaría fija, estéril. Con esto, es fácil ver la utilidad de esta polarización en dos géneros de la existencia; a través de sus interacciones se puede crear, producir o, dicho de otro modo, generar.

Pero esta generación, expresada gracias a la atracción entre los dos fundamentos, existe en todas las expresiones de la vida y se extiende a todos los planos; mental, emocional, físico sutil, espiritual…Dicho de otra manera, el principio de género es una ley universal, que siempre está ahí, se expresa constantemente en nosotros y fuera de nosotros, aunque, en muchas ocasiones, no lo sepamos captar. Eso es debido a que identificamos el género de forma casi exclusiva con el plano físico, donde los géneros pueden ser fijados de manera que no se pueden variar, como es el caso del sexo, o las cargas eléctricas de un átomo; y aunque existe una gradación entre las dos polaridades en muchos ámbitos, a veces nos es difícil de intuir.


Energia de opuestos. Jorge Ramos.

Por ejemplo, en el plano emocional, las enseñanzas dicen que sentimientos como amor y odio son extremos de lo mismo, por difícil que nos parezca asimilar. O la ira y la tristeza; la tristeza es la “ira pasiva” y la ira es la “tristeza activa” (pero parece que estamos más sintonizados con lo pasivo y es más fácil entristecernos que cabrearnos). Pero es cierto que para una persona triste es muy difícil estar enfadada a la vez, y viceversa. Podemos poner muchos ejemplos más; la enseñanza es masculina como acto consciente de transmisión de conocimientos, y a su vez, la sabiduría es femenina. De nada sirve que exista la sabiduría sin que alguien haga el esfuerzo de querer conocerla, alcanzarla. El deseo, en su aspecto más amplio, es masculino, es el inicio que nos llevará en busca de lo deseado, lo femenino, que sin ese deseo no tendría valor. El artista y su arte… Agua y fuego… la autoconsciencia es masculina, la subconsciencia femenina… Y así un largo etcétera. Además, una misma cosa puede ser femenina y masculina a la vez, según con qué lo comparemos. Por ejemplo, las mujeres (género femenino en el plano físico) son masculinas en el ámbito emocional, al contrario que los hombres. En general, los hombres son los receptores de las emociones femeninas.

Resumiendo: por un lado, todo tiene género para que exista creación, y todo siente una atracción por su polo contrario y opuesto, pero a la vez esa oposición no es más que la manifestación extrema de la misma cosa. Además, esta Ley es la base de otro principio que veremos más adelante, el principio de polaridad.

Este “género” es una herramienta para la Creación. Trabaja a través de la atracción que siente los géneros entre ellos, el deseo de unión: una necesidad, sea para dar salida al exceso de fuerzas vitales, o para recibir una fuerza de la que carecemos, y sólo una unión en la que se satisfaga esta necesidad es la que puede cumplir su objetivo. Al final, en perspectiva, se nos revela una hermosa danza universal entre lo masculino y lo femenino, un baile de polaridad que es la base de la creación universal.

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