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¿Dónde quedó la Alquimia?


Page from alchemic treatise of Ramon Llull. Beginning of the 16th century
Tratado alquímico. Ramon Llull.

Cuando oímos la palabra “Alquimia” la cabeza se nos llena de tópicos. Seguro que nos viene a la mente el estereotipo de alquimista, ese señor siempre barbudo y mal vestido, raro, que parece medio ido, y que se pasa el tiempo encerrado en un laboratorio, rodeado de redomas, y con la única compañía del fuego de un horno. Una imagen casi onírica abonada por el cine y tapices del siglo XVII y XVIII. Si nos introducimos un poco más en el estereotipo, parece que lo único que quería era llegar a fabricar oro, es decir, estaba dominado por un delirio y, por tanto, pensaba y actuaba como un iluso. Si bien es cierto que, en algunos casos, se acerca a la verdad, en otros muchos, se aleja de ella más que ninguna otra. Los verdaderos alquimistas no eran (ni son) esclavos del afán de fabricar oro ni perseguían sus fines como sonámbulos, sino que seguían un método perfectamente lógico cuya alegoría metalúrgica –por el arte de convertir los metales corrientes en oro y plata–, si bien ha confundido a muchos, resulta en sí del todo razonable y profunda. No sería lógico pensar que una pandilla de viejos locos se pusiera a buscar la manera de sacar oro del plomo y que esto derivara en una serie de técnicas tan depuradas, en una doctrina tan profunda, todo ello con una increíble coherencia entre las diferentes culturas y continuidad a través de los tiempos. La realidad del verdadero alquimista es que, en el camino de la transformación de los metales, busca transformarse a sí mismo.


Desde el siglo de las Luces (S. XVIII, la iluminación), la alquimia ha sido considerada como precursora de la química moderna, y poco más; y aunque este enfoque ha servido para sacar a luz una importante cantidad y variedad de prácticas de laboratorio, es un grave error. La química moderna es una ciencia que trata meramente con las formas externas en que el elemento de la materia se manifiesta. Podemos mezclar y componer y descomponer dos o más cuerpos químicos un número ilimitado de veces, y hacer que aparezcan bajo diversas formas, pero al final, no tendremos ningún aumento de la sustancia, ni ninguna cosa que no sean combinaciones de las sustancias que han sido empleadas en un principio. La Alquimia no mezcla ni compone nada; hace que aquello que ya existe en un estado latente se vuelva más activo y crezca.


Mientras que la química se ocupa de fenómenos científicamente verificables por un método y pensamiento estructurado, la alquimia es una doctrina que atiende a una realidad de orden superior que conforma la esencia que subyace a todas las verdades y religiones. Además, presume de esconder en sus textos enigmáticos, experimentos misteriosos y enseñanzas crípticas, las vías para penetrar en los secretos más profundos de la naturaleza, de la vida y la muerte y de la unidad, la eternidad y el infinito.


La alquimia no es simplemente un arte o una ciencia que enseñe a realizar la transmutación de unos metales en otros, sino más bien una ciencia sólida y verdadera que enseña a conocer el centro de todas las cosas, lo que en el lenguaje divino se llama el Espíritu de la Vida.
Fabre, Pierra Jeane "Les Secrets Chymiques". 1636

La Alquimia se puede definir como el arte de caminar hacia la perfección del alma, Arte en el que muchos "laboran" aún hoy en día... Esta tarea implica, en primer lugar, un aspecto cognitivo o pasivo que consiste en conocer los métodos cómo actúa la Naturaleza. El conocimiento de la Naturaleza y el Hombre nos dirige al conocimiento de Dios, porque no puede obtenerse un perfecto conocimiento de ninguno de ellos sin el conocimiento de los otros dos, pues estos tres son uno y son inseparables. En segundo lugar, un aspecto creativo o activo, que consiste en influir en la realidad. Para llegar a ello, utiliza unas técnicas y procesos particulares que buscan la transformación. El Arte Sagrado, por tanto, empieza donde acaba la acción de la naturaleza, y el alquimista intenta acelerar ese proceso de evolución para mejorar tanto la naturaleza como a él mismo. Se ocupa de la regeneración espiritual del hombre, y enseña cómo establecer las condiciones necesarias para el desarrollo de los poderes divinos en el ser humano, para que pueda convertirse en dios por el poder de Dios, en el mismo sentido en que una semilla se convierte en planta con la ayuda de los cuatro elementos y la acción del quinto invisible.

Como se habrá notado, la Alquimia no es meramente una ciencia intelectual, sino una ciencia espiritual; porque aquello que pertenece al espíritu sólo puede ser conocido espiritualmente. No obstante, es una ciencia que trata con las cosas materiales, pues espíritu y materia no son más que dos manifestaciones opuestas, o polos, del Eterno.

Es decir, el objetivo de la alquimia es conocer y que ese conocimiento nos permita transmutar para así lograr la Magnum Opus o la Gran Obra, la realización espiritual y material completa.


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